Pareció una película apocalíptica, esos films taquilleros que se proyectan desde Hollywood, pero se trató de la pura realidad. El diluvio bíblico que sacudió Cañuelas y toda la Provincia de Buenos Aires estuvo lejos de ser habitual. Por el contrario, alentó a aquellos que piensan que el cambio climático no es producto de mentes trasnochadas.
Algo está pasando, evidentemente, con el rotundo giro meteorológico en nuestro país. Si hasta hubo una “supercelda”, un fenómeno de nubes que arrastran granizo y violentas ráfagas de viento. Muy parecido a un tornado, claro.
Ahora, es increíble lo que sucedió en todos los rincones del territorio bonaerense, incluso en la Ciudad de Buenos Aires, donde una mujer de 74 años perdió la vida por el desprendimiento de un balcón. El temporal desbordó todo, formando ríos de autos flotantes, gente nadando y casas destrozadas.
Es cierto que llovió demasiado; también, que hubo falta de previsión. Estas furiosas 72 horas ameritan una rápida acción para pensar estrategias de contingencia que no sólo tengan que ver con el rescate de los ciudadanos una vez que están en problemas. Habrá que afianzar la infraestructura, algo que aquí en Cañuelas se hizo a conciencia. Difícil, claro, en los tiempos que el Gobierno le bajó el pulgar a la obra pública. Pero no deja de ser urgente y necesario para que no nos tape el agua.